jueves, 11 de marzo de 2010

LA AVENTURA DE SER “MAESTRO”

La educación es una carrera difícil, donde hay que tener unas series de características que le permita impartir sus conocimientos de una manera eficaz, algunos maestros se ven a sí mismo como los expertos, cuyo papel es dar sus conocimiento a los estudiantes que son como recipientes vacios; bien es cierto que en algún momento de la carrera somos novatos y por ende cometemos errores y con el paso del tiempo vamos corrigiendo y aprendiendo de ellos, nadie nos enseña a ser maestros aprendemos por ensayo y error.

Así mismo; debemos considerar un punto muy importante como lo es la vocación de servicio, no todos somos maestros de corazón, no todos lo sentimos como una pasión , en algunas oportunidades decimos “bueno estudiare educación , que mas me queda no tengo dinero para otra carrera o simplemente no tengo el índice académico para entrar en otra” o quizás como muchas veces se ha escuchado “ soy graduado en planificación pero no consigo trabajo en mi rama, dame un cargo “AUNQUE SEA DE MAESTRO”, esto debería llevarnos a una reflexión profunda.

En correspondencia este docente frustrado, no está dispuesto a mirar más allá de sí mismo y cuando mira hacia fuera lo hace sólo para reafirmarse en lo lejos que los demás se encuentran de él; reforzando esa actitud con los defectos y carencias que los otros tienen y lo inútil que es tratar de llevarlos a alguna parte. No importando cuánto sepa de su disciplina, quien se encuentre en este extremo, no es, ni logrará ser un buen docente, porque no desea serlo y porque no buscará saber cómo lograrlo.

Por el contrario; existimos personas que vemos a la educación desde dos perspectivas: 1.- La ansiedad total; en donde esperas con desespero culmine tu horario de trabajo, donde el aburrimiento es constante y el mal genio siempre estará de manifiesto. 2,- Un mundo mágico, en donde puedes recrear tu mente, donde eres capaz de dar amor y recibir, en donde un cumulo de conocimientos y saberes fluyen de manera tan espontanea que cuando te das cuentas tus niños sobrepasan en aprendizaje que tu como maestro querías que internalizaran en ese momento.

En tal sentido; no se trata simplemente de transferir información, sino de enseñar a la gente a pensar, los estudiantes aprenden cuando sus maestros le muestran cuanto necesitan aprender, un maestro efectivo entiende que aprender es explorar los desconocido y que tal exploración empieza con formular preguntas adecuadas, es por ello, que la esencia de enseñar y de aprender está en la comunicación; y que debemos tener en cuenta que el buen maestro cree que todos sus alumnos pueden aprender, pero entiende que cada uno lo hace de forma diferente. Algunos son visuales, otros captan rápidamente lo abstracto y algunos prefieren leer, he aquí pues la importancia de la comunicación en el rol docente, ya que no podemos implementar siempre la misma estrategia en todas las clases ni para todos nuestros estudiantes.
En tal sentido; Una condición fundamental del buen maestro es su compromiso con la formación humana. Formar es influir en la manera de ser y actuar de los alumnos, y es un proceso que involucra tanto la razón como la sensibilidad. La posibilidad de formar exige al maestro un proyecto de vida consecuente con los principios que orientan su labor educativa.
Es también una labor esencial del buen maestro tender puentes que comuniquen los alumnos con diversos dominios del conocimiento; señalar horizontes inagotables de saber; descorrer cortinas que ocultan la verdadera naturaleza de los fenómenos y las cosas.
Así mismo; el maestro debe ser capaz de expresar y sentir ternura, estar siempre abierto y sensible a las vivencias afectivas de los alumnos; transmitir en la experiencia de enseñar el goce del conocimiento; revelar a sus discípulos la manera cómo el conocimiento embellece la vida; contagiarles de actitudes de respeto hacia sí mismos, de entusiasmo y calidez en su relación con los otros, de autoconfianza y valoración de sus posibilidades.
Debe ser una persona organizada en sus ideas, segura, y bien documentada para que su palabra comunique con claridad, convenza, tenga impacto, y movilice los alumnos hacia cambios significativos. Que maneje apropiadamente las diversas técnicas, recursos, y métodos de comunicación necesarios para hacer más atractiva y eficiente la transmisión de sus mensajes.
En tal sentido; es necesario que el maestro esté siempre aprendiendo, la misión fundamental es cultivar el espíritu de los alumnos. El docente debe ser portador de los mejores valores de la sociedad: la autenticidad, la pasión por el conocimiento, la honradez, la disciplina, la generosidad, la autocrítica, la sencillez, el patriotismo, la identidad cultural, el respeto por la naturaleza, la valoración de lo estético, el optimismo frente al futuro. Sólo si la educación logra atraer y comprometer a los mejores hombres, podrá pensarse en proyecto educativo que responda cabalmente a las necesidades y expectativas de la sociedad.

En concordancia con lo expuesto por (Octavio Henao Álvarez) donde expresa que: el buen maestro no es aquel que pretende que sus discípulos lo imiten. El maestro verdadero es el que alienta y estimula a:
o la audacia de ser diferente
o el deseo de explorar lo desconocido
o el valor de disentir de las creencias y opiniones generalizadas
o las ganas de soñar otros mundos
o el conocimiento de sí mismo
o la lucha por la libertad
o el derecho a la felicidad
o la búsqueda de la belleza
o la rebelión contra la injusticia.
En correspondencia con lo anteriormente citado; todas estas características van a englobar una sola palabra por demás de significativa, amplia, bondadosa, que inspira un gran sentido de sensibilidad, amor y humildad como lo es “MAESTRO”, la persona que sea llamada por sus estudiantes maestro; puede estar convencido que hizo un gran trabajo no solo a nivel de generar conocimientos significativos para desenvolverse dentro de la sociedad, sino que también invadió a sus estudiantes de amor para la vida, de valores que le ayudaran a convivir en paz, armonía, a ser mejores personas, ciudadanos, profesionales y algo sumamente importante mejores padres, madres, hijos, hermanos…,y a tener una estrecha relación con “DIOS”
En síntesis; El rasgo más hermoso que puede acompañar al maestro es una actitud que revele nítidamente alegría, sensibilidad, compromiso, esfuerzo, deseo de superación, convicción moral, y honradez intelectual. Con su palabra el maestro exalta o degrada el espíritu de sus alumnos. Un reproche o un elogio pueden marcar el destino de un niño. El respeto, la prudencia, la ecuanimidad, la sabiduría deben iluminar siempre al Maestro.
“Un maestro nunca se deja servir pues es él quien sirve, y si lo sirven, sabe que está sirviendo a Dios”
(Extraído del libro Maestría de PARADHARMAdas)
Elaborado por: Verónica Medina
Referencias Bibliográficas
Esteve J. (1998) La Aventura de Ser Maestro
Preter L. (S/f). ¿Qué necesita saber el Buen Docente?

1 comentario:

  1. Por estos tiempos terriblemente materialistas en que vivimos, el puesto de maestro está siendo arbitrariamente ocupado por muchos que ni remotamente tienen VOCACIÓN para ser maestro o maestra.
    Estas personas ejercen la educación exclusivamente con el propósito de conseguir dinero para pagar sus estudios en Medicina, Derecho o Ingeniería o simplemente porque no encuentran nada más que hacer. Las víctimas de semejante fraude intelectual son los estudiantes
    El único camino cierto que existe para descubrir la verdadera vocación es el AMOR VERDADERO. Ese es el único camino obvio que permitirá a padres de familia y maestros descubrir el sentido vocacional.
    Por ello, ser maestro es un arte, una profesión y una vocación. Un arte porque cada grupo, cada niño, necesita una variación, un ajuste y una atención personal, que exige sensibilidad, flexibilidad y originalidad.
    Una profesión porque debe saber quiénes son los niños y cómo se desarrollan, y, además, debe saber de lectura, escritura, matemática, ciencias, etc. También, debe conocer muchas estrategias y metodologías y tener clara su visión de mundo y su rol como maestro.
    Pero, más allá de todo esto, debe tener la vocación necesaria para visualizar que su trabajo es contribuir a la formación jóvenes estudiantes para que estas puedan enfrentar sus propios retos y aprendizajes, que llega a la escuela con su alma, corazón, mente y espíritu dispuesto a ser lo mejor. De cada maestro depende, dentro del medio escolar, cuánto avanza, y cuándo aprende cada niño en todos los aspectos de su desarrollo: físico, intelectual y socioemocional.

    Comentario realizado por Aura Sofía Guevara

    ResponderEliminar